lunes, 4 de mayo de 2015

Seguir a Jesús: un compromiso. Marcos 10:17-31

Uno no necesita pensar demasiado para darse cuenta de que la mayoría de las personas no quieren ser molestadas con asuntos espirituales; no tienen tiempo para pensar o reflexionar en algo espiritual; mas bien parecen estar más preocupados por la economía y las cosas temporales de esta vida. La superficialidad en que vivimos es tan grande, que estamos dispuestos a probar cualquier cosa; los retos a los que los jóvenes son desafiados giran alrededor de ciertas experiencias extremas, que en ocasiones rayan en lo ridículo. El pasaje del joven rico, es interesante porque la motivación de buscar a Jesús, no es acercarse a  él para que satisfaga alguna enfermedad, evitar pérdidas o adquirir mas riquezas, por pedirle protección por sus amigos o por la seguridad de sus casas, por la felicidad temporal o la fama. Se acerca al Maestro para hacerle una pregunta poco común  para una persona de la edad y condición social de este joven: ¿qué cosa buena debe hacer para tener vida eterna?.
La respuesta de Jesús en el v. 21 representa un tremendo desafió, algo tan radical que implicaba cambiar todo su estilo de vida: Seguirlo.
Jesús llamó a algunos de sus partidarios para que le siguieran y se convirtieran en discípulos suyos. Según los evangelios, ser discípulo consiste en “seguir a Jesús” (Mr. 1,18), “ir detrás de él” (Mr. 1,20) o “estar con él” (Mr. 3,14).
Como en el caso del hombre rico, Jesús nos desafía a comprometernos con él y seguirle.


COMPROMETERSE EXIGE REFLEXIÓN
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
Estos versículos forman parte de un dialogo realizado a base de preguntas y respuestas. Un hombre que pregunta a Jesús en forma clara y bien intencionada, y un Maestro que con  cada respuesta estimula al joven que lo interrogaba a una nueva reflexión, para ayudarle a entender su verdadero problema. El cuadro es el de una persona que antes de reflexionar sobre si mismo y hacer inventario de sus posesiones, se da cuenta que, ni la religiosidad, ni la riqueza le daban la seguridad de la vida eterna. Es de admirar que este joven haya tenido una visión de largo alcance, viene a Jesús con un asunto de suma importancia, desea sinceramente recibir la verdad espiritual, la enseñanza necesaria que le permita saber, de acuerdo a la idea judía de la moral orientada hacia las buenas obras, ¿qué cosa buena debe hacer para tener vida eterna?. Aparentemente es honesto en reconocer  la necesidad de andar con Dios, sabia que su vida espiritual estaba vacía y no tenía la seguridad de pertenecer a Dios eternamente. 
En vez de buscar que Dios conteste nuestras preguntas, permitamos que como en el caso de Job, él  pregunte y nosotros  respondamos, y nos sometamos humildemente a su dirección  y Señorío. La manera en que vemos a Dios y lo  que él nos dice, establece nuestra reflexión sobre lo que hacemos, decimos, y pensamos. Nuestra visión de Dios,  en gran medida determina nuestra disposición y actitud para seguirlo.  ¿Hay algo que tengamos que realizar? 

COMPROMETERSE EXIGE OBEDIENCIA
19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

La respuesta de Jesús parece absurda. ¿Por qué contesto Jesús de esa manera? ¿Si este hombre llegó con la actitud y motivación correcta?  ¿Por qué el  Señor no invitó al joven a creer en él.? La contestación del Maestro le invita  a guardar la ley; el camino de la vida eterna, según la respuesta, es la moral judía. Jesús le dijo que debía guardar los Diez Mandamientos. Luego Jesús hizo referencia a seis de ellos, todos relacionados con el trato con otros. A decir verdad la respuesta fue correcta, si alguien pudiera guardar los mandamientos de Dios podría entrar en la vida eterna, pero debido a la naturaleza pecadora del hombre, es imposible que alguien pueda guardarlos de manera perfecta, por ello la salvación es por gracia, y lo único que tenemos que hacer es creer. Este joven sabía la ley, y la ley le sirvió como guía encargado de conducirlo a Cristo, ya que si de verdad trataba de obedecer la ley de Dios, ¡el joven descubriría cuán pecador era! De ninguna manera podía decir que había guardado siempre la ley; si no mentía, se engañaba. En la conclusión del relato vemos que prefirió otras cosas antes que obedecer y seguir a Jesús.
La palabra de Dios no es solamente para teorizar sobre ella o aprenderla de memoria, sino para gobernarnos en nuestro compromiso con Dios a través de ella, porque el que ama a Jesús su palabra guardará. Nuestra vida como cristianos, no se construye, ni por principios, ni deberes, ni valores, ni virtudes, sino en la relación intima que tenemos con Dios. Esta vinculación nos permite conocerle, amarle,  obedecerle y seguirle. Las buenas intenciones, actitudes y motivaciones no son suficientes. Para seguir a Jesús hay que obedecerle. 

COMPROMETERSE EXIGE HUMILDAD
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Los niños que desde pequeños han tenido el privilegio de asistir, semana a semana a recibir la instrucción de la palabra de Dios, cuando se ha de exponer por ejemplo la historia de Noe, tienen la inclinación de decirle a sus maestros, “esa historia ya me la se”
A pesar de todas las cosas positivas que este joven tenía, le faltaba una cualidad importante; la humildad. Tenia un alto concepto de su propio mérito y éxito en el cumplimiento de la ley. Los fariseos estaban acostumbrados a exteriorizar la ley, estaban muy atentos a los ritos y conducta externos pero rara vez se ocupaban del corazón. Lo que no estuvo mal, es que él mismo era consciente de que algo le faltaba, y estaba buscando algo adicional para realizar.
¿Ha quien engaña nuestra vanidad, la soberbia y la jactancia con que pretendemos ser espirituales, sin vivir como tales? Pensar que todo lo sabemos y que no necesitamos nada más, es un autoengaño de dimensiones diabólicas.
Bendito sea Dios cuando nos da el discernimiento para reconocer, nuestras debilidades y flaquezas y pone en nosotros espíritu de humildad. Seamos humildes, para seguir a Jesús hay muchas cosas que nos faltan aprender

COMPROMETERSE EXIGE RESPUESTA
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

Una vez más la contestación de Jesús parece extraña ¿Por qué Jesús le dijo que vendiera todo y lo diera a los pobres? ¡Así no es como el hombre se salva! Jesús lanza un desafió a la pretensión de este hombre de haber cumplido la ley, Cristo no se puso a discutir la jactancia del joven, ya que para Jesús descubrir el corazón era lo más importante. Al colocarse al lado de las riquezas del joven y pedirle que hiciera una elección, se destacó su problema real: era codicioso y no estaba dispuesto a renunciar a lo que tenía y darle preferencia a Cristo. 

22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

Este desafió  ya no tiene respuesta de aquel joven que lo cuestionaba, es un final doloroso, se va triste, él deseaba la vida eterna; pero no quiso tomar la decisión de caminar con Cristo, creía que era rico, confundió el ser con el tener, y se alejo de Jesús sin tener nada. Seguir a Jesús lleva consigo importantes renuncias. El que viene a Jesús a de seguirlo, y el que le pregunta a de obedecerlo.
La respuesta adecuada de los hombres al llamado de seguir a Jesús, ha constituido a través de los siglos la lucha dolorosa del hombre, que en lugar de expresar el deseo del corazón en seguirlo, ha tropezado en titubeos de incertidumbre, por carencia de convicciones profundas. Hay quienes guían su conducta por los instintos, pasiones, condicionamientos sociales y conveniencias de diferentes géneros. Seguir a Jesús es un llamamiento, que invita a un cambio radical de actitud. Seguir a Jesús cada día no puede ser un elemento extraño en nuestras agendas de vida,  esto sería gravísimo. ¿Parece poca cosa el privilegio de seguir a Cristo?. No podemos poner  excusas o impedimentos para no seguir a Jesús, prestamos oído atendamos su voz y demos respuesta. Comprometámonos ¡Atrévete a seguirlo!

Ramón Cervantes Parra