sábado, 4 de abril de 2015

La entrada triunfal en Jerusalén. Marcos 11: 1-11 Juan. 12.12-19

11  Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos,y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo.Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino.Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: !!Hosanna! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor!10 !!Bendito el reino de nuestro padre David que viene! !!Hosanna en las alturas!11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.

Visión de Dios
Hay personas que tienen sueños y visión, un estado ideal a dónde quieren llegar. Es bueno hacer planes, tener valores y entender nuestra misión en la vida. Sin embargo, hoy te animo a buscar una visión divina… un sueño de Dios.

Todo comienza con una visión.
Zacarías el profeta anunció cómo iba a entrar el Mesías a Jerusalén: "Alégrate mucho hija de Sión, da voces de júbilo hija de Jerusalén, he aquí tu rey vendrá a tí justo, salvador humilde y cabalgando sobre un asno sobre un pollino hijo de asno” (Zacarías 9:9). Lo que esto nos revela es que Dios en su agenda ya tenía un “plan detallado para la salvación del hombre”. El mismo Dios a pesar de su soberanía no improvisa y preparó la entrada de Cristo a Jerusalén.

Dios tiene un propósito para tu vida, de lo contrario no estarías vivo; y no lo descubrirás en libros de autoayuda. Fuiste creado por Dios y para Dios. Hasta que no lo entiendas, tu vida no tendrá sentido. Proverbios 16:4 dice: “Toda obra del Señor tiene un propósito”.
La palabra visión, tiene que ver con la percepción por medio del órgano de la vista. Cuando trasladamos este concepto a lo espiritual, tenemos que reconocer que no podemos tener visión fuera de Cristo, porque él es nuestra luz. El cuerpo no puede discernir el camino a seguir sino por medio de los ojos, que cumplen una función fundamental al suplir la información necesaria para que decidamos hacia dónde debemos andar y de qué modo lo debemos hacer.  Según el lugar donde estén enfocados nuestros ojos será la perspectiva que tenemos del lugar donde nos encontramos. Cualquier visión que valga la pena procede de Dios, porque toda buena dadiva y todo don perfecto desciende del Padre.
Eso fue lo que hizo el Señor Jesús. Él había recibido de parte del Padre una encomienda y no se le turba la mirada. Estructura su vida a partir de la visión de Dios.
Los proyectos del Señor siempre se extienden más allá del pequeño círculo de nuestra propia existencia. La bendición que él trae a nuestra vida es apenas una pequeña parte del gran proyecto del Eterno, cuyas dimensiones nosotros ni siquiera podemos imaginar. El pasaje narra que unas personas que estaban en el lugar donde se encontraba el pollino y les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?  Desconocen cuál es el uso que tendrá el animal y los dejaron cumplir la encomienda de Jesús.
En ocasiones desconocemos el camino que debemos de seguir pero nuestra vida, debe estructurarse a partir de la visión de Dios y ajustarnos por completo el proyecto eterno de Dios.
El primer paso para Darle a Cristo una Entrada Triunfal en nuestra vida es permitir que su visión sea la que gobierne nuestra existencia hacer que las cosas a su manera, cumpliendo su plan para que las cosas pasen. Dar lugar a la improvisación, dejando que las cosas sucedan en función de lo que nosotros creemos es lo mejor, es altamente peligroso. Desafortunadamente esto último es común en nuestra forma de ser.

Muchos tienen agenda para planear sus actividades laborales, pero en su agenda no hay lugar para las actividades familiares ni espirituales.
Jesús planeó contar con un pollino y los obtuvo cuando era necesario y en el momento adecuado, fue un buen mayordomo y no dejó las cosas para el último momento ni las hizo al aventón. La improvisación y la falta de planeación son las causas de muchos fracasos, de estancamiento y de no-crecimiento. Actuar al estilo de Cristo es hacer las cosas “como Dios manda”.

Pero aquí tenemos a Jesús, En el instante mismo en que le llegó su hora afirmó su rostro para ir a Jerusalén sin dudarlo siquiera por un momento, movido por su gran amor, sabiendo todo lo que tenía que pasar,  para cumplir su propia visión, el  sueño de Dios.
Pidelá a Dios poder ver sus sueños
¿Cómo está su visión? Estamos hablando de tu visión divina y sobrenatural.
Es posible vivir tranquilo, teniendo quizá propuestas laborales, logros, quehaceres, pero no tener una visión divina. Esta es la realidad de los inconversos, como también la de los creyentes que no han aprendido a soñar y a dirigir sus esfuerzos y recursos en esa dirección. Tener una visión es equivalente a tener una soga amarrada a un roble al otro lado del río, al cruzar las corrientes de agua tratarán de desviarme, pero al tener apoyo en la soga lograré llegar al otro del río sin haber perdido la visión a pesar de las presiones del río de la vida.

Tener una visión sobrenatural es una decisión que no se basa en la lógica humana ni en las circunstancias favorables. Es una actitud del corazón, una decisión de fe que se recarga todos los días al estar en contacto con Dios a través de la Palabra y el Espíritu Santo.
El recibimiento de Jesús fué al estilo de como recibían al ejército de Israel cuando derrotaba al enemigo y había júbilo, alegría y victoria; así se estaba recibiendo a Jesús. Con ese mismo entusiasmo había quien le daba la bienvenida como el Mesías, como el enviado del Señor y por eso digno de una entrada triunfal. Los gritos eran de reconocimiento y alegría: ¡Hosana en las alturas! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Hosana quiere decir: Sálvanos).
¿Cuáles  fueron las actitudes de las personas ante la entrada de Jesús?
En lo personal me siento identificado con la multitud, que a campo abierto alaba  Jesús,
Podemos fácilmente ubicarnos en la vida cotidiana de Jesús, en diferentes lugares y bajo diferentes circunstancias, el  Señor Jesús se ve rodeado y en contacto con la multitud, varios pasajes Bíblicos narran situaciones de grandes concentraciones en Su ministerio, se relata por ejemplo que cuando vio a una multitud subió a un monte desde donde enseñó las bienaventuranzas; que en medio de una gran multitud que le apretaba, una mujer le tocó y fue sanada; del ciego Bartimeo que en medio de la multitud que lo acallaba encontraba a Jesús quien le llamaba. Multitudes acudían a Jesús y teniendo compasión de ellas las alimentaba y las sanaba, a otros como a Zaqueo en medio de las multitudes los buscaba.
La noticia  había corrido: Jesús estaba sanando enfermos, reprendiendo demonios, milagros estaban sucediendo por primera vez en muchos años en la historia de Israel. ¿Pero, que motivaba que grandes multitudes vinieran a Él?
Venían a él para satisfacer su curiosidad
Corrió la noticia de que Jesús había sido convidado a una cena en Betania, y gran multitud de  los Judios supieron entonces que él estaba  allí, y vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos (v 9)
El nombre de Jesús había cobrado un alto prestigio, los Judios no venían a escuchar a Jesús, ni a resolver sus dudas legítimas como lo había hecho en una noche  Nicodemo, su interés no era tan sólo  ver al Que hace maravillas, sino a aquel a quien había resucitado de la tumba, para satisfacer su curiosidad.
Venían a él porque sentían admiración.
... grandes multitudes que habían venido a la fiesta, oyeron que Jesús venía a Jerusalén, (v12,)
Cuando Jesús llegó a Jerusalén, su imagen ante la opinión pública, no podía ser mejor.
En la ciudad no había tranquilidad. Todo el mundo hablaba de Jesús (Jn. 11:56; 12:17-18) porque les inquietaba saber si El vendría a enfrentar a las autoridades que estaban decididas a acabar con Él, su vida estaba en peligro y  se necesitaba valor para asistir a la fiesta de la Pascua. La prudencia más elemental habría bastado para que se refugiara en Galilea o en el desierto, pero Jesús entro en Jerusalén de tal manera que todas las miradas se enfocaron en Él. Fue una acción de valentía, pero más que eso fue una muestra de su amor.
Siempre es posible atraer gente por un acto sensacional, sin embargo Jesús no hizo lo que la gente quería que Él hiciese, Jesús no hará lo que queremos que Él haga, Él hará lo que tiene que hacer, no fue en el fervor momentáneo de la multitud en donde Jesús fue exaltado, sino en su muerte y resurrección.
Venían a él porque le reconocían como rey
tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!, (v13,)
Muchos de la multitud aclamaban a Jesús como un conquistador. Esa era la atmósfera dominante. Muchos habían llegado a creer que era el Mesías esperado; pero el Mesías que buscaban era un Mesías político, un poderoso Rey-Guerrero que los condujera en la lucha contra sus enemigos, obteniendo la victoria y recuperando la independencia de la nación. Las ramas de palmera en el camino delante de Jesús era un gesto que simbolizaba su nacionalismo y su sensación de que la victoria era inminente. Exclamar hosanna, que significa “dígnate salvar” o “salva ahora” (cf. Sal 118.25), y aclamarlo como “el que viene” y “el Rey de Israel”, sirvió sólo para reiterar su convicción de que Jesús entraba en la ciudad de Jerusalén como el Salvador político que esperaba.
Venían a él porque querían alabarle
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho!, (v16,)
Las personas estaban encontrando un descanso genuino en El,
El evangelio de Lucas registra un detalle interesante dice " toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor". Sin duda alguna este grupo expresa el reconocimiento del Rey que viene en el nombre de Dios. Jesús el prometido y largamente esperado, el príncipe de paz
Sin embargo el evangelio de Juan observa que "los discípulos no entendían estas cosas al principio" (Jn. 12:16) no se dan cuenta que se estaba cumpliendo la profecía de Zacarías acerca de la ceremonia de entronización de Rey. Lo que después resulta claro, fue al principio oscuro y difícil, este conocimiento mejoró cuando Jesús fue glorificado, y días después el Espíritu Santo fue derramado sobre ellos y fueron conducidos por Él, a la luz de toda la verdad.
Cuantas veces nos sucede lo mismo, no nos percatamos de cómo Jesús nos está guiando a una mejor comprensión de su verdad, que al ser revelada en nosotros nos capacita para ver lo que Dios ve, ya que todas las cosas están desnudas y abiertas ante Él, si hay algún velo, está sobre nuestros propios ojos, no sobre los de Dios. Dios abre nuestros ojos para que podamos conocerle, y el nos ha revelado su más grande verdad, que él entró a Jerusalén para que a través del sufrimiento de la muerte en la  cruz, el mundo fuera salvo por Él. ¿Habremos entendido en lo personal, como familias y como iglesia este principio fundamental para poder testificar?. Multitudes potencialmente dispuestas a seguir al Cristo resucitado, necesitan saber que el  Rey volverá. ¿Estamos en condiciones de testificar?

Hoy es necesario ser consientes de las motivaciones profundas que nos mueven a actuar cuando seguimos a Jesús, en medio de tan numerosas ofertas que el mundo nos da, para no ser  víctimas de nuestra propia confusión. Podemos ver ¿cuál es la ubicación a donde se proyecta nuestra mirada?, más aún  podemos decirle a las multitudes de gentes perdidas  lo que hemos visto y oído para que el mundo crea
La autenticidad comienza cuando uno se acepta tal cual es en humildad: como un pecador redimido, justificado por la gracia de Dios. Aprendamos  a vivir en transparencia ante Dios y aceptémoslo con sinceridad como el  soberano Señor de nuestra vida.

Ramón Cervantes Parra.



No hay comentarios:

Publicar un comentario