sábado, 25 de abril de 2015

No mires, no toques, no vayas. Marcos 9:42 50

42 Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.43 Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,44 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.45 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado,46 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno,48 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.50 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.
La escena de este relato descriptivo de Jesús nos enseña una verdad acerca de la nuestra vida espiritual, y del pensamiento de Jesús. El desarrollo del carácter de un hombre requiere de decisiones radicales. Si nosotros queremos seguir a Dios, vamos a descubrir que un cierto carácter debe ser formado en nuestra vida, actitudes, sentimientos, relaciones, conductas, y pensamientos deben ser transformados. El desarrollo de ese carácter, es un asunto de todos los días; que  necesita forjarse gradualmente,  y muchos ajustes deben ser hechos. Si queremos ser formados en Cristo, viejos hábitos necesitarán ser abandonados en forma radical, a fin de que podamos reflejar el carácter de Cristo.  Este tipo de carácter debe ser formado en nuestro interior, ya que por más que nos propongamos mirar y examinar con cuidado nuestra vida, no podremos discernir nuestra verdadera condición si no miramos con atención lo que se anida en nuestro corazón con todos sus vicios y malicias, porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones y los homicidios. Hemos de recordar junto con el profeta Jeremías, que el corazón es más engañoso que todas las cosas, porque la naturaleza misma del pecado es el engaño. 
Este pasaje tiene una enseñanza enfocada a la santidad. Si tu mano, tu pie o tu ojo son ocasión de caer, mejor córtalo.  La santidad ha de ser radical, Dios nos ama, y nos quiere santos.

De este consideración, surgen dos reflexiones.  En primer lugar no hagamos nada que pueda hacer caer al cristiano más débil. Estamos llamados a que Cristo sea formado en nosotros, pero también, nuestra relación con las personas implica ayudarlas a que Cristo sea formado en ellas, renunciado a la propia libertad para no hacer caer a los hermanos más débiles. Es una realidad que no debemos ignorar que muchas veces la iglesia de Cristo se tambalea por causa de acciones y conductas de sus miembros que son causa de tropiezo.  En tiempo del Señor Jesús, se usaba la palabra tropezar metafóricamente para referirse al pecado o al alejarse de la verdadera fe. 
Hacer caer a una persona, es un serio pecado por el daño que produce, tanto en quien lo provoca como en quien lo padece , porque trae como resultado un profundo dolor, que provoca la destrucción de la confianza como resultado del pecado. Por ello la postura de Jesús es radical pobre del que haga caer, es mejor que se ate una rueda de molino y echarse al mar. 
Las piedras de molino eran extremadamente pesadas, no hay duda de que una persona con una piedra de esta naturaleza se ahogaría. Se consideraba que la muerte sin sepultura (incluyendo la muerte en el mar) era la peor. 

Estamos viviendo en una cultura moldea por el deseo. Para muchas personas, lo más importante en su vida, es la satisfacción de sus deseos. Los cuales, en cantidad de casos, se obtienen en forma tan brutal que no importa a quien le pasan por encima. Contraponiéndose por completo a los planes de Dios. Hay que tener cuidado de no engañar el corazón, ya que tal vez sutilmente estemos animando a la gente a cometer pecado. Hay gente que la puedes empujar para tirarla sin tocarla.
Algunos pecados dañan más que otros precisamente en razón de la persona que los comete justo por la influencia que tienen sobre otros.
Debemos ensañarnos en conseguir santidad en todos los niveles, no solo en comportamiento, sino también en la pureza de las motivaciones y mente. Dios exige que no hagamos nada que pueda hacer caer al cristiano más débil y hagamos nuestra la recomendación del apóstol Pablo a Timoteo  seamos ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 
La segunda reflexión. 
Después prevé a los suyos contra el peligro de arruinarse a si mismos. Si hemos de cuidar 
de no hacer nada que sirva de tropiezo a otros, mucho más hemos de evitar todo aquello que nos impida cumplir con nuestro deber o nos induzca a cometer pecado, en esto no debemos de andar con contemplaciones, sino que hemos de desprendernos de ello. La alternativa es abandonar aquello que nos arruina en el plano espiritual, aunque nos sea útil o querido, o abandonar a Cristo y a una buena conciencia. El deber que nos prescribe, has morir eso que tanto amas y tanto te daña.
Es necesario que el miembro gangrenado sea amputado en aras de la preservación de la propia vida. Hay que negarle al Yo, lo que sólo sirve para destruirlo. Compórtate como debes.
Lo que Jesús está diciendo es: si tu ojos te hacen caer, ¡no mires!  Compórtate como si realmente te hubieras sacado los ojos. Además, si tu mano o pie te son ocasión de caer, porque la tentación te llega por medio de tus manos (cosas que haces) o tus pies (lugares que visitas), entonces, córtalos. Es decir, ¡no lo hagas! ¡No vayas! Compórtate como si realmente te  hubieras realmente cortado las manos y 
los pies, y los hubieras tirado, y ahora estuvieras lisiado y por eso no pudieras hacer las cosas o visitar los lugares que anteriormente te eran ocasión de caer. Está claro que Jesús no se refiere tanto a una automutilación física, sino a una autonegación moral despiadada., El sendero de la santidad. que enseñó, no es mutilación sino «tomar la cruz», es decir rechazar las prácticas pecaminosas con tal resolución que morimos a ella o las hacemos morir.

Es necesario mortificar la carne, a fin de que pueda entrar en la vida y en el Reino. Aún cuando, de momento, al abandonar el pecado nos sintamos como si nos sintiéramos mutilados, es en orden de conservar la vida.
El peligro que se corre al no hacer esto.
O debe morir el pecado o vamos a morir nosotros. Si permitimos que el pecado reine sobre nosotros, es inevitable que nos ha de arruinar. Que tremendo énfasis carga Cristo, en el terror que debe de despertar en nosotros el pensamiento del infierno.
El gusano es algo interno y por eso, aunque no lo dice el texto suele interpretarse como los remordimientos que atormentan la conciencia, por las oportunidades de salvación que dejó pasar y que ahora ya no tiene remedio por toda la eternidad  y el fuego es algo que atormenta desde fuera.

La santidad ha de ser radical y es que Dios nos ama, nos quiere santos. Si tu mano, tu pie o tu ojo son ocasión de caer, mejor córtalo. Existe la idea de un “Dios Todo Tolerante” al estilo de Mafalda que una vez criticó una canción de cantaba Viva la Gente de “Todos son iguales a los ojos de Dios” y ella se pregunta: ¿Quién es su oculista? Como señalando que eso no es justo. Reaccionó de criticar a Dios y se dijo “Ahora si se va a enojar Dios”, pero reflexionó: “no se enoja si alguien nos tiene paciencia es Él” Dios es todo amor. Cuidado porque Dios no es todo tolerante, hay asuntos que no está dispuesto a negociar Porque Dios nos ama, nos quiere santos. Esta palabra de Jesús es muy fuerte de cortarnos la mano, el ojo o el pie, es una metáfora que trata de decirnos: Quita aquello que te estorba y lo que te impide caminar con Dios y hacer Su voluntad y de aquello que te impide lograr la santidad.

Jesús recomienda. (Mt. 5.30)Lo que tenemos toda la libertad de decir es solamente lo siguiente (porque esto es lo que Jesús dijo); si tu ojo te es ocasión de caer, no mires; si tu pie te es ocasión de caer, no vayas; y si tu mano te es ocasión de caer, no lo hagas. 
Como cristiano, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y de caer en forma estrepitosa. Recordemos siempre que una caída trae efectos destructivos, , que hace la vida  pedazos. Por eso debe de cultivarse siempre una actitud sabia hacia los potenciales problemas que pueden llevarle a tropezar, manteniendo siempre la guardia.  Hombres y mujeres más consagrados que nosotros han 
caído, y haríamos bien en recordarlo.
Cuando los textos bíblicos hablan de un “corazón limpio”, no se refieren a un corazón que desconozca absolutamente los deseos, sino que en realidad se refieren a un corazón purificado, a un corazón que se ha hecho claro y transparente ante Dios, más orientado a Dios que al deseo egocéntrico; un corazón que ha hecho suyo el «deseo» de Dios.

 A veces. luego de momentos realmente sublimes en Su presencia, encontramos que los pensamientos más horribles atraviesan nuestra mente. Cuando Cristo animó a los discípulos a que oraran para no entrar en tentación, les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual.  Por esto podemos identificarnos con el apóstol Pablo, cuando exclamó:  «¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?  Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.»  (Ro 7)  No es la presencia del pecado en su vida lo que lo 
descalifica, sino que usted conviva con lo que claramente es pecado.Lo que está oculto no puede ser tratado y posee toda la capacidad de descarrilarnos en nuestro andar.
¿Qué haremos entonces?
La cuestión principal es carácter e integridad para honrar el santo estándar de Cristo.
No haré nada para debilitar a mi hermano
No haré nada para debilitarme a mi mismo
Jesús le demanda a sus discípulos pureza moral drástica en un mundo caído
¿Cómo corregir el problema?
La sal preserva de corrupción nuestro corazón Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29). La sal que nos preserva de corrupción, nos ayudará a convivir en paz, sin poner tropiezos, unos con otros.

Ramón Cervantes Parra

Iglesia Bautista Vida en Armonía

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