sábado, 28 de marzo de 2015

Jesús sana a un muchacho endemoniado Marcos 9:14-29

14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.16 El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.19 Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

¿Cree que dudar es malo?
La duda es una actitud intelectual que hace que la persona precise de más información o una mejor comprensión que la que actualmente tiene. En muchas ocasiones la fe es puesta bajo acoso y se producen dudas y crisis con respecto a la validez, racionalidad y sentido de la misma. Aunque es muy probable que la duda nos afecte a todos, no siempre la expresamos abiertamente porque tal vez tengamos la tendencia a pensar que somos los únicos débiles en la fe en medio de una comunidad de creyentes que pueda cuestionarnos por el simple hecho de no tener las cosas claras. Una duda no resuelta puede en el peor de los casos conducir a una crisis de fe, podemos correr el riesgo de sentirnos marginados espiritualmente o peor aún, caer en la una creencia de que el Evangelio no es realmente compatible con una mente racional, con una formación intelectual, y por ello sentirnos marginados espirtualmente.

Uno puede tener una fe saludable y vigorosa y aún así tener dudas. De hecho,“Si no me interesara seguir a Cristo, no me importaría demasiado ser sincero, buscar la verdad, enfrentar la realidad” (MacLaren). La semana pasada en el culto vespertino considerábamos el salmo 74 una serie de cuestionamientos muy sinceros y hasta desafiantes sobre, la prosperidad de los impíos y el sufrimiento de los justos. No tendría sentido cuestionarle estas cosas a Dios si no creyéramos en Él. La duda debe de ser respetada, valorada y aceptada.
Es una realidad que a diferencia del padre del muchacho poseído del relato de Marcos, muchos tememos expresar abiertamente nuestras dudas.

La duda no debe ser confundida con la incredulidad, que es una negativa a creer. En la Biblia, lo opuesto de la fe no es la duda, sino la incredulidad. Hay una gran diferencia entre duda e incredulidad. La palabra “incredulidad” se refiere a la decisión consciente y deliberada de rehusarse a creer y obedecer a Dios. Quien es incrédulo está claramente decidido. Por su parte, la palabra “duda” implica ambigüedad. Dudar significa vacilar. Implica indecisión, “creer y descreer a la vez”. Quien duda tiene, por definición, algo de fe.

Entonces la duda, ¿es buena o es mala?

Puede ser buena o mala, dependiendo de su causa y sobre todo de lo que hagamos con ella. En este sentido, la duda se parece a otras experiencias humanas, que pueden ser saludables o destructivas.
La duda puede funcionar como una bendición que nos permite avanzar en el camino de la fe.

La fe es un don de Dios, por el cual le podemos creer para que realice obras portentosas en su mundo. La cosa es que la fe es un regalo de Dios. Nadie la puede producir, nadie la puede comprar, nadie la puede vender. La fe es un regalo de Dios. En ocasiones escuchamos decir “tenga fe que su hijo será sanado” “tenga fe que recibirá trabajo”, como si la fe fuera algo que el hombre puede producir. Incluso se enfatiza que la fe simplemente es algo que se crea por medio de la confesión de palabras al repetir continuamente lo mismo. Pero la fe en el NT es una confianza total en Dios, sus promesas y su Pacto.

Nadie tiene la obligación de confiar en Dios, puesto que hacerlo supone una elección personal, por eso  hay quienes  sintiéndose poderosos en su rebeldía amos y señores de su autonomía y autosuficiencia, prefieren confiar en si mismos. Confianza tiene que ver con fe y con esperanza firme, esta es  la razón por la que nos volvemos a Dios, en  dependencia absoluta en él, porque quien confía en la fidelidad de Dios, descansa en la esperanza que él ofrece.  El libro de los reyes nos habla de Ezequías diciendo que “ni después, ni antes hubo otro como él entre todos los reyes de Judá” porque puso su confianza y esperanza en Dios, a pesar de encontrarse “como un pájaro enjaulado en Jerusalén” durante la invasión de Senaquerib a Judá. Confiar tiene que ver con entregarse, con sentir en lo íntimo de nuestro ser que Dios nos puede sostener, en todos los momentos de la vida, en los agudos problemas de nuestras familias. En medio de circunstancias externas e internas, que no nos son ajenas, y que afectan hoy en día nuestros hogares, como creyentes no cabe la expresión popular que dice que hay que confiar ciegamente,  porque aunque somos bienaventurados por creer sin haber visto, sabemos en quien hemos creído. Confianza es seguridad. Para algunos es desafío, para otros miedo y para otros es posibilidad. Por ello hoy cabe preguntarnos ¿En quien confiamos?
El hombre duda y no puede realizar nada sin la gracia y voluntad de Dios. Jesús salva y sana pero solo por su poder.  Pedro dudo cuando camino en el agua, los discípulos fueron reprendidos por su incredulidad, en esta historia el hombre que clamo a Jesús, “creo, ayuda mi incredulidad”

Tanto es nuestro humanismo en nuestros pulpitos que todo el énfasis se pone en el hombre. Lo que es imposible para el hombre para Dios es posible. Los milagros fueron sanidades recibidas por hombres y mujeres incrédulas por naturaleza, pero creyentes por el poder de Dios, solamente por la gracia.

En este contexto podemos decir que verdaderamente todo lo pone Dios, y lo único que necesitamos hacer es creerle. El apóstol Pedro nos dice que Dios “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegásemos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”(2 Pe 1.3 y 4). De modo que la promesa es una parte esencial del plan de Dios. ¿Usted apostaría su futuro en base a una promesa? Una promesa posee extraordinarios poderes para motivar, porque pone delante de nosotros una esperanza que nos anima el corazón y alimenta nuestra imaginación acerca de cosas futuras. Cuando la recibimos tendemos a atesorarla en nuestro interior, creyendo contra viento y marea en el cumplimiento de aquello que se ha anunciado por adelantado. Una promesa, sin embargo, no tiene poder alguno al menos que escojamos creerla.

He aquí nuestro problema. La vida espiritual que Dios nos propone requiere, como elemento indispensable para su desarrollo, que creamos las promesas que él nos da.

Creamos en el poder de Dios y su palabra y que él nos ayude en nuestra incredulidad.

Ramón Cervantes Parra.

3 comentarios:

  1. Bendiciones amados hermanos, les visito desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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  2. Gloria a Dios muy buena reflexión con revelación, Dios bendiga por ser una canal de bendición..

    Evg. David Segura

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